El volcán azul trata sobre la incomodidad de ansiar
siempre más de lo que se tiene. Más de lo que se necesita para vivir.
En una sociedad de consumo en la que los objetos están hechos para
romperse, las relaciones que predominan son líquidas y se busca
desesperadamente destacar entre los demás, la búsqueda de la belleza
permanece y da sentido a la vida.
Es un lugar imaginario, deseado e irreal en el que no tiene
lugar la incomodidad de no estar donde se quiere, que
tanto nos trastorna en el día a día. La ambición, el
desamparo, la desesperanza no existen. Proporciona
calma, claridad, y sensación de pertenencia.
Es Arcadia y al mismo tiempo Ítaca, la sabiduría que
adquirimos a lo largo de nuestra vida. Lo que llevamos
con nosotros.
¿Cómo sería el sitio en el que siempre has querido estar?
Si nos sentimos lejos de él, vuelve a aparecer.
¿Cómo sabré si lo que vi era cierto?

La tercera persona es el recuerdo de alguien con el que puede que nunca hayas hablado. Alguien al que no conoces, que pasó por tu lado y necesitaba tu ayuda en cierto momento en el que tú estabas preocupado por otras cosas.
Te imaginas que está sentado en una silla vacía, en una habitación vacía, una puerta cerrada se abre.
Hay una parte de la empatía que se escapa, hay una parte de las emociones de los demás, que no podemos abarcar, pero al mismo tiempo yo siento lo que tú sientes. ¿Por qué yo no soy tú? ¿Hasta dónde puedo ponerme en tu lugar?
¿Podemos hacer algo para aliviar el dolor ajeno? ¿El dolor de los demás es el mismo que el propio? ¿Dónde se encuentra el límite?

La tercera persona se pregunta dónde termina el yo, dónde empiezas tú, dónde terminan ellos respecto de ti y qué puedes hacer al respecto.