Pictures from Home

La casa está en silencio. Se han ido a la cama, dejándome sola, y el temporizador eléctrico acaba de apagar las luces del salón. Parece como si la casa se hubiera puesto por fin de lado para dormirse. Hace años habría rebuscado en el bolso de mi madre uno de sus cigarrillos y habría fumado en la oscuridad. Era una época mágica en la que la casa era mía.

Esta noche, sin embargo, estoy inquieta. Me siento a la mesa del comedor y rebusco en la nevera. ¿Qué busco?

Llevo todo el día rebuscando, hurgando en habitaciones y armarios, ojeando sus cosas, estudiándolas. Ordeno mis rollos de película expuesta en largas filas y los cuento y recuento como si estuvieran perdidos. Hay veintiocho.

Lo que me impulsa a continuar este trabajo es difícil de nombrar. Tiene más que ver con el amor que con la sociología, con ser sujeto del drama que testigo. Y en el extraño y confuso proceso de trabajar todo cambia; los límites se difuminan, mi distancia se desliza, la arrogancia y la ilusión de inmunidad se tambalean. Me despierto en mitad de la noche, aturdido y angustiado. Estos son mis padres. De ese simple hecho se desprende todo. Me doy cuenta de que, más allá de los rollos de película y de las pocas fotos buenas, de las exigencias de mi proyecto y de mi confusión sobre su significado, está el deseo de tomarme la fotografía al pie de la letra. Detener el tiempo. Quiero que mis padres vivan para siempre.

Larry Sultan: Un extracto del capítulo uno de Pictures From Home, 1992